El atentado (relato)




Publicado en la 8° Antología de Poemas y Relatos de Autores de La Matanza. Año 2019.




Hace frío, intento levantarme pero no puedo. Algo pesado cubre mi cuerpo. No puedo ver, ni hablar, ni moverme: solo escucho sirenas, gritos y llantos.
No sé qué sucedió. De un momento a otro, todo se desvaneció. Estaba caminando de la mano de alguien cuando sentí un fuerte ruido: esa persona me abrazó nerviosamente y eso es lo último que sé. Él no está conmigo ¿A dónde habrá ido? ¿Quién es? ¿Por qué estoy acá? Intento hablar y pedir ayuda, pero no puedo…
¿Qué es ese olor? Huele a sangre. Sí, creo que tengo sangre en la cabeza.
Quiero saber qué sucedió. Había una persona conmigo, sentí un ruido atronador, esa persona me abrazó, entonces… el edificio cayó. Creo que había fuego también; pero ¿y luego de eso?
Acabo de advertir que puedo mover las manos. Tengo dolor, mucho dolor. Mis piernas están atascadas en algo, no puedo sentir los pies. Tengo miedo. Hay olor a ceniza, a polvo... creo que estoy muriendo.
¡Necesito saber qué sucedió después! El edificio se cayó, cayó en pedazos, pero ¿yo qué hacía allí? Ah…, lo recuerdo. Fui a tomar un helado. Creo que ese hombre es mi papá. Sí, lo recuerdo. Me recuerdo. Soy una niña… solo una niña…
Por alguna razón, los gritos y llantos se escuchan más intensos. Siento otro estruendo fuerte, aún más fuerte que el anterior.
Percibo algo. Sí, algo más a parte del dolor. Alguien me está sacando de allí, alguien va a mostrarme la luz. ¿Esa persona está corriendo? Aún no puedo ver, pero sí lo siento. Corre, llora, habla entre sollozos. Algo quiere decirme, no entiendo.
Creo…, creo que está gritando mi nombre. ¿Acaso también sabe que voy a morir? Esa voz la conozco. Esa persona huele como yo: a sangre, cenizas y muerte.
Me recuesta en el suelo. El lugar en el que estoy tiene olor a tierra húmeda y árboles. Ah sí, lo recuerdo, vacacionaba cerca de un parque natural, con mamá y papá. Quizás esta persona es papá. Necesito ver, ver con mis propios ojos. Por favor, por lo menos un poco, algo…
Mi visión es como un túnel. Veo imágenes de mamá, papá y el edificio en el que disfrutábamos nuestros días libres. Pero ahora puedo ver claramente a papá: está cubierto de sangre de pies a cabeza, está llorando…, nunca lo había visto llorar. Sus heridas deben doler mucho, las mías no son nada. Debo levantarme.
— Papi — dije. Mi voz sonó quebrada. — Quiero ir a casa.
Entonces lo noté: papá corrió con sus piernas laceradas para protegerme. Está exhausto, parece que está dormido. Su cuerpo está muy frío, mejor lo abrazo. Tengo miedo. Quiero olvidar esto. Soy pequeña, entonces podré olvidar… ¿verdad?
— ¿Papi? — Papá está frío y no se mueve, lo llamo y no contesta. Está totalmente dormido. Está dormido ¿no? ¿O está jugando al muerto? Sí, eso creo…
Tengo sueño. Mi vista se vuelve a poner negra, me duele la cabeza…
Voy a descansar con papá.

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