Publicado en el libro El vuelo de las plumas de oro (Antología Deluxe) de Tahiel Ediciones. Año 2019.
Dolor…, tan sólo ese sentimiento.
Las aves entonan advirtiendo un
nuevo amanecer. Ella no hace más que acomodarse y seguir recostada, intentando
dormitar aunque sea con sus ojos abiertos. La luz solar penetra por la ventana,
desdibujando la oscuridad en la que vive y su fuerte deseo de morir. Está
sucia, afligida y tiene hambre, pero su estómago no acepta alimento.
Nadie tolera su olor, ni su
actitud, ni sus palabras, ni su naufragio en la penumbra: todos contribuyen a
su soledad. Su familia no comprende su actitud “adolescente”, sus amigas creen
que ella “quiere estar sola”, de la escuela nadie llamó para preguntar el por
qué de sus ausencias y su novio la abandonó porque “se comportaba de forma
extraña”.
Se hunde y se ahoga entre la realidad
y los sueños, donde la asfixian y torturan tal como en la vida real, para luego
matarla de la forma más cruel. Quiere encontrar la manera de olvidar que la
manipularon y ultrajaron violentamente, arrancándole su virginidad, su
felicidad y su dignidad…, pero no la halla.
Observa el bote de pastillas y, por
un momento, piensa que su sufrimiento puede acabar. Pero empieza a especular
que, quizás en unos cuantos años, tenga una mejor vida: su fuerza interior la
ayuda a pensar en sus posibilidades, en sus sueños, en la gente que no tiene
pero que el mundo le puede dar, en los viajes que siempre quiso hacer…
Se tumba.
Se tapa.
Sigue intentando dormir.
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